Champagne Supernova

10.6.06

El regreso de los místicos


Disco de la quincena: "At War With The Mystics", de The Flaming Lips

“Me gustaría que cuando alguien piense en los Flaming Lips lo relacione con algo peligroso y colorido. ¡Qué sea como tomar un ácido y hacer el amor!” . Nadie mejor para describir a la banda que su propio cantante, el excéntrico Wayne Coyne. Y habrá que creerle, ya que los Flaming Lips son una experiencia que involucra a todos los sentidos. Sus canciones son mucho más que sonidos: tienen color, olor y textura. Con los excelentes "The Soft Bulletin" (1999) y "Yoshimi Battles The Pink Robots" (2002), este grupo estadounidense logró, por primera vez en casi dos décadas de existencia, ser aclamado tanto por la crítica como por el público. Y lo merecían: son discos memorables, verdaderos viajes intergalácticos repletos de melodías hermosas bañadas de psicodelia y alucinación.

Por ello, procurar un digno sucesor era un desafío complejo. Y los Lips logran salir airosos a medias: mientras que algunas canciones de "At War With The Mystics" son fantásticas creaciones a la altura del mito en que la banda ya se ha convertido, en otras suenan cansados, repetitivos y poco inspirados. La primera impresión es tranquilizadora: el álbum está impecablemente producido, como es tradición en la banda. Coyne alguna vez dijo que el instrumento que mejor toca es el estudio de grabación, y tiene razón: el disco es una fiesta para los auriculares. La segunda impresión causa sorpresa: por primera vez en su carrera, Coyne deja de lado sus delirios espaciales y decide bajar a la tierra y enfrentarse al mismísimo George Bush.

Ese es el caso de la alocada “The Yeah Yeah Yeah Song”, la magnífica canción que abre este trabajo. “¿Si pudieras hacer estallar el mundo presionando un interruptor, lo harías? Sí, sí, sí” , canta un furibundo Coyne. En la siguiente pieza, “Free Radicals” (que sorpresivamente recuerda nada menos que a Prince), el cantante va aún más lejos: “creés que sos radical, pero de hecho sólo sos un fanático”, frase que puede ajustarse tanto al presidente estadounidense como al terrorismo islámico.

Pero es al retomar la psicodelia espacial cuando la banda se siente más cómoda y ofrece los mejores resultados. Muestra de ello es la magnífica “It overtakes me” , que arranca como una inocente canción pop pero deriva en una notable reflexión metafísica: “estoy aquí, mirando hacia el cielo, y me asusta no entender nada… y como todo me supera, soy tan pequeño… ¿tengo alguna oportunidad?”. Lo mismo ocurre con “Pompeii am Götterdämmerung" , claro ejemplo del talento de los Flaming Lips para componer canciones poderosas, hipnóticas, diseñadas para ser escuchadas al máximo volumen. Por último, y luego de 50 minutos de viajes intergalácticos, los Lips nos ofrecen algo distinto para cerrar el disco: se trata de la beatlesca “Goin’ On” , una canción que deslumbra desde la primera escucha.

Por el contrario, cuando el trío intenta repetir la "fórmula Yoshimi" y buscar un sonido más liviano, tal vez más accesible al público masivo, aparecen las piezas más débiles del disco. “Haven’t Got A Clue” , “Vein Of Stars” y "The W.A.N.D.” son intentos claros de lograr canciones simples, directas, pero carentes de las hermosas melodías de fondo que tan buenos resultados dieron en “Yoshimi…” . Si aquél disco triunfó porque le dio a un público más amplio canciones sencillas pero geniales, aquí los Lips no corren la misma suerte. Una vez más, la producción es impecable, pero apenas logra maquillar canciones en las que faltan ideas.

En resumen, “At War With The Mystics” un disco menor que sus antecesores, en el que solo de a ratos los Flaming Lips logran volver a conjurar esa magia que los hizo únicos. Pero cuando lo logran, es una celebración de luz, color y sonido.

Calificación: 6