Champagne Supernova

28.7.06

No te extrañamos, Pete

Disco de la quincena: "Waterloo To Anywhere", de Dirty Pretty Things

Cuando hicieron su irrupción en la escena musical británica a comienzos de 2002, The Libertines llegaron como un vendaval: canciones estridentes, actitud punk con alma pop y una dupla compositora tan irreverente como hipnótica. Se trataba de Pete Doherty y Carl Barat, un dúo envuelto en una relación amor/odio tan explosiva como creativa. Su disco debut, “Up The Bracket” fue una verdadera revolución: su sonido, una mezcla de ingredientes que iba desde The Jam hasta The Buzzcocks, con alguna pizca de The Clash o incluso The Smiths, devolvió a Inglaterra una tradición sonora olvidada durante el britpop de la década anterior. El resto es historia: los excesos (de fama, de drogas y de divismo) consumieron rápidamente al grupo, que sólo habría de sacar un segundo disco antes de disolverse.

Como era de esperarse, el primero en volver a las primeras planas fue Doherty: sus archipromocionados escándalos ocuparon más páginas en los tabloides que el disco debut de su nueva banda, Babyshambles. Paradójicamente, sería el tranquilo Carl quien se ocuparía de grabar un álbum a la altura de la pequeña leyenda en que su banda anterior se había convertido. El resultado fue Dirty Pretty Things, banda en la que el guitarrista y el ex baterista (Gary Powell) de los Libertines demuestran que su capacidad de crear pequeñas joyas pop en embase punk sigue intacta.

Porque mientras que Pete intentó distanciarse de The Libertines, tal vez para ser tomado como un artista serio, Carl decidió concentrarse en las canciones. Y lo bien que hizo. “Waterloo To Anywhere” es un disco simple, directo, con pequeños himnos resumidos en canciones de tres minutos que suenan tan frescas y geniales como los mejores momentos de The Libertines.

Barat dedica medio disco a exorcizar viejos demonios (con Pete como uno de sus preferidos), a la vez que describe la alienación y el surrealismo de la vida nocturna londinense y la escena musical británica. “Deadwood” parece directamente dedicada a su ex compañero: “¿Qué harás cuando se olviden de tu nombre?”, pregunta el guitarrista. “Bueno, te conseguirás otro”, responde. Así, “Waterloo To Anywhere” es una experiencia liberadora, la merecida independencia después de vivir a la sombra del ego de Doherty. “Blood Thirsty Bastards” es un ejemplo de ello: “estoy encontrando caminos diferentes ahora, caminos que me llevan lejos de estos bastardos sedientos de sangre, que no hacen planes para nadie más que sí mismos”.

Pero, además de furia, también hay en el disco pequeños himnos de notable belleza. Es el caso de las geniales “Gin And Milk”, “Wondering” y “The Last Of The Small Town Playboys”, en donde Barat recoge una larga tradición británica de canciones diseñadas para ser celebradas en todos los pubs de las islas. Pero hay más. Mientras que en el punk acelerado de “You Fuckin’ Love It” y en la incendiaria “If You Love A Woman” aparece el costado más irreverente de Barat, el compositor se reserva algo de dulzura para el final: “B.U.R.M.A” es una notable canción de amor, que incluso tiene lugar para un estridente cierre.

Sin más pretensiones que entregar canciones efectivas y directas, cerca de The Libertines pero con la suficiente independencia para no caer en la repetición, el disco debut de Dirty Pretty Things es un trabajo sólido, confiado y completamente disfrutable de principio a fin.

Calificación: 8